petronio63

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Location: Santa Rosa, La Pampa, Argentina

Tuesday, November 27, 2007

The love affair as an art form

No hay motivo para que las personas con temperamento artístico y suficiente experiencia se priven de acometer sus relaciones amorosas con la misma actitud que cualquier otra obra de arte. Suena estructurado, pero seamos realistas: ¿cuánta variación puede haber en los vaivenes de una pareja que se conoce, se une, y se separa? Ya que vamos a hacer papelones, por lo menos que sea con un criterio estético.
Los ingredientes son siempre los mismos, los cocineros son los que los arruinan. He aquí una lista provisoria:
* Un buen toque de fascinación, que es tanto como decir, de mentira. Las mentiras de las que uno se convence respecto del otro, y las mentiras que le dice al otro sobre sus dones. Todo, por supuesto, con la mayor sinceridad. Un poco de mentira adornando la propia personalidad no viene mal tampoco.
* Inestabilidad. Tiene que haber días de pasión absoluta, y días de lágrimas y reproches. Cuanto más altas las alturas, más profundos los bajones. Esto es lo que los ingenieros de sonido llaman "modulación". No vale usar compresores emocionales.
* Transgresión. Si no es un poco prohibido o secreto, el amor sabe a té liviano. La índole de la prohibición, para ser efectiva, debe tener relación con los tabúes personales de cada quien. Hay quienes se cachondean con la herejía, otros con la infidelidad, la lista es afortunadamente extensa, y casi invariablemente se relaciona con la religión.
* Palabras. La pareja es "el otro del lenguaje". Si no se establecen unas palabras comunes con un significado específico y (supuestamente) exclusivo, la relación no tiene densidad. Ni futuro (aunque el futuro es algo en lo que sólo se piensa cuando la pasión flaquea).
* Crueldad. Sin sufrimiento no hay amor. Hacer sufrir al otro, en la medida de las posibilidades, es un acto de entrega.
En el fondo, la historia de amor participa más de las características de las artes escénicas que de la literatura (aunque por supuesto no faltan quienes insisten en escribir cuatrocientos poemas por día cada vez que se enamoran... con los resultados estéticos imaginables).
Al final de una buena obra, el público conmovido aplaude y agradece la capacidad de mentir de los buenos actores. Algo parecido ocurre con el amor. Uno no agradece tanto la sinceridad, como la capacidad del otro para, por un momento, hacernos creer que somos algo especial.